Nunca me olvidaré de aquel profesor de economía que siempre me decía: "En las pequeñas cosas, están los grandes detalles de la vida". Me costó mucho tiempo comprender la profundidad y el gran significado de aquella memorable frase.
Soñar, por ejemplo, es un gran detalle, sobre todo en esta época navideña. Hay niños que sueñan con abrir las decenas de regalos que dormitan bajo el gran árbol. Otros, sueñan con que algún día sus padres tengan dinero para comprar un árbol, aunque bajo este no haya regalos. Los sueños humanos son tan diversos como estrellas en el firmamento.
Pero, ¿que son pequeñas cosas? Me hago la pregunta porque la felicidad de algunos, es la tristeza de otros. ¿Por qué hay detalles que le roban una lágrima a alguien mientras que ese mismo detalle genera indiferencia en otra persona?
Quizás por la esencia misma de lo particularmente diferente que somos los seres humanos. Es por ello que este pequeño detalle del cual hablaremos hoy, sin duda será inmenso para algunos lectores de Fragata, y sustancialmente pequeño para otros. No contaré a aquellos que no encuentran significado alguno. Créanme, jamás me esforzaría por que esos me leyeran.
Todo comienza hace mas de dos mil años en un pequeño poblado llamado Belén. Un niño, vagaba por el centro del pueblo con un tambor, tratando de llamar la atención de la gente y así, recoger algunas monedas para llevar algo de comer a su casa. El niño no tuvo suerte, y lo agarró la noche.
Desmotivado, escucha a unos pastores hablar de un rey que había nacido hace unos días en un establo, y que a pesar de su precaria condición, habían venido reyes de lugares muy distantes a traerle obsequios. Esta noticia despertó la curiosidad del pequeño muchacho, quien siguió a los pastores hasta las afueras de Belén.
Ya en el lugar, el niño observa como las personas se acercan al recién nacido para darle obsequios, y el sintió mucha pena de no tener nada que regalar. El "pequeño detalle" estuvo en que el niño jamás había sentido amargura por ser pobre, hasta que un día quiso regalar algo, por pequeño que fuera, pero no pudo.
Con los ojos humedecidos, el niño del tambor se acerca al pesebre confeccionado con paja, cerro los ojos y tocó su instrumento. Su vida cambió para siempre cuando al terminar su interpretación, vio como el bebé le miraba sonriendo.
Existen muchas opiniones en cuanto al origen de este cuento que inspiró a una de las Grandes Composiciones Musicales de todos los tiempos: "El Pequeño Tamborilero".
Por el momento, la atribución de autoría mas antigua data del año 1941, cuando una pianista de nombre Katherine Kennicot Davis (1892-1980), natural de Missouri, Estados Unidos, manuscribe la canción titulándola como "Carol of the Drum" (El Villancico del Tambor) haciéndose muy popular con el tiempo en el mundo entero.
EL PEQUEÑO TAMBORILERO,
EN GRANDES COMPOSICIONES MUSICALES
Letra de El Pequeño Tamborilero:
El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey.
Le traen regalos en su viejo zurrón,
ropopopóm, ropopopóm.
Ha nacido en el portal de Belén
el Niño Dios
Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor.
Mas Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropopopóm, ropopopóm.
En Tu honor, frente al portal tocaré
con mi tambor.
El camino que lleva a Belén
lo voy marcando con mi viejo tambor:
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor,
ropopopóm, ropopopóm.
Cuando Dios me vio tocando ante Él,
me sonrió.
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey.
Le traen regalos en su viejo zurrón,
ropopopóm, ropopopóm.
Ha nacido en el portal de Belén
el Niño Dios
Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor.
Mas Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropopopóm, ropopopóm.
En Tu honor, frente al portal tocaré
con mi tambor.
El camino que lleva a Belén
lo voy marcando con mi viejo tambor:
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor,
ropopopóm, ropopopóm.
Cuando Dios me vio tocando ante Él,
me sonrió.
Publicar un comentario
Los comentarios publicados en este sitio son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Fragata Cultural queda en total libertad de eliminar mensajes que contengan frases discriminatorias o que atenten contra la moral y las buenas costumbres.