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domingo, 3 de febrero de 2013

RECORDANDO LOS TIEMPOS DE ANTAÑO.

Dr. Augusto Fábrega.


A mis amigos germanólogos Antonio 
Ternes de Reuter, Waldo Arrocha y
Rafael Grajales Robles 

Estimados Destinatarios de mis mensajes por correo electrónico: ¡Saludos! De una gentil contertulia en la red, recibí la nostálgica presentación titulada “Mi generación”,  “Recordando los Tiempos de Antaño”, el contenido de la misma me ha motivado a escribir una extensa nota que he dividido en cuatro entregas ésta es la tercera de ellas:

En el año de 1960, cuando me fui a estudiar a Moscú, sólo había visto televisión en la vitrina de la Mueblería Tuñón, ubicada en Calidonia, sitio en el cual vendían estos novedosos aparatos. Para ese entonces no existía la televisión panameña y las pocas personas que poseían uno de estos artefactos tenían que darse por satisfechos con ver un sólo canal en ingles que trasmitía desde territorio conocido como Zona del Canal, verdadero enclave colonial, desaparecido  gracias a la persistencia del pueblo panameño, a la sangre derramada  por los  istmeños y al denominado alpinismo generacional encabezado en su etapa final por el General Omar Torrijos Herrera, tras la  firma de los Tratados Torrijos Carter.

Modelo de televisor como los que se vendían en la Mueblería Tuñón

Las reglas de cálculo las conocí en Moscú cuando empecé a estudiar Matemáticas en la Facultad de Medicina de mi Alma Mater, la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, con el programa de la Facultad de Ingeniería, lo cual no era para nada sencillo en virtud de que debido a mi formación de maestro de enseñanza primaria los conocimientos adquiridos de matemáticas  eran elementales, tuve que esforzarme mucho y con la ayuda de Valia (mi esposa) quien tenía una solida preparación en matemáticas, química y física salimos adelante.

Durante unas vacaciones, cuando estudiaba medicina en Moscú, viajé a Múnich con el propósito de trabajar,  para así obtener algún dinero adicional y tener la oportunidad de conocer a la mencionada  ciudad alemana. Esta aventura la emprendimos Estelgidio Oviedo, argentino, a quien,  por supuesto,  apodábamos El Che; Edgar Rubio Palencia, venezolano y el suscrito, panameño, pocrieño (1) para más señas.

El viaje nos tomó casi 48 horas. Salimos de Moscú, recorrimos parte de la Rusia europea, atravesamos Bielorrusia y Polonia y arribamos a Alemania. Nuestro recorrido incluyó una escala en la ciudad fronteriza de la Unión Soviética llamada Brest. Al cruzar la frontera bielorrusa- polaca hicimos una escala bastante prolongada debido a que las vías férreas en ambos países tienen un ancho diferente lo que hacía necesario hacer la adaptación de los ejes y las ruedas de los  vagones de los trenes. Para realizar esta operación era preciso levantar todos los vagones del tren.

En territorio Alemán hicimos una escala en Hanover para realizar el trasbordo a un tren alemán que nos llevaría a nuestro destino final que,  como hemos señalado, era la ciudad de Múnich. Al abordar el tren, nos percatamos que iba repleto de italianas. Transcurridos pocos minutos de nuestra permanencia en el tren Estelgidio, motivado por el “aroma” que despedían las pasajeras, comentó “estas italianas son muy bellas, pero no han llegado a la era de los desodorantes”.  

Cuando nos acercábamos a nuestro destino anunciaron, en idioma italiano,  por el alta voz del vagón, que nos aproximábamos a Mónaco..., hecho que nos produjo un sobresalto,  debido a que los tres asumimos erróneamente que en Hanover nos habíamos equivocado de tren y habíamos abordado uno que se dirigía al Principado de Mónaco y no a Múnich. Gracias a las atentas pasajeras italianas que nos explicaron que Múnich se llamaba en italiano Monaco di Baviera nos tranquilizamos prontamente.

Una vez que arribamos a Múnich iniciamos las gestiones para conseguir trabajo. En esta operación nos ayudaron unos peruanos y un compatriota nuestro de nombre Antonio Ternes de Reuter,  a quienes contactamos gracias a direcciones y cartas de recomendación proporcionadas por unos estudiantes de nuestra Alma Mater coterráneos de nuestros “anfitriones” y por un panameño que conocía a Ternes.

Yo conseguí trabajo gracias a los conocimientos rudimentarios que tenía del idioma inglés, debido a que la plaza vacante era en una empresa norteamericana fabricante de motores eléctricos. Cuando me percaté que el conocimiento, aunque precario, del idioma inglés fue determinante para la obtención del trabajo pensé, con gratitud, en mis profesores de este idioma en la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena, quienes como he anotado previamente fueron: Victoria “Toya” Torrijos Herrera de Jaén y   Abelardo Valdés.

Lamentablemente Estelgidio y Edgar no consiguieron trabajo y a los pocos días, cuando estaban por agotárseles los pocos marcos que habían obtenido para realizar el viaje, se vieron precisados a retornar a Moscú.

Como un dato curioso les relataré que transcurrido muy poco tiempo después del retorno de mis amigos suramericanos a Moscú, tras el intento fallido de trabajar en Múnich, Valia, mi esposa, se los encontró caminando por un parque que era el sendero que conducía desde el Mercado Danílovskii ubicado en las proximidades de la residencia estudiantil de nuestra universidad ubicada en Pablovskaya, a la sede central de nuestra Alma Mater localizada en la calle Ordzonikidze, también conocida como Calle Donskoi. Según me contó Valia después, al encontrarse con El Ché  y Edgar, pensó rápidamente que algo muy sospechoso estaba ocurriendo, en virtud que yo,  aparentemente, había viajado con ellos dos a Alemania país en el cual,  supuestamente, íbamos a permanecer dos meses. Afortunadamente mis buenos amigos le explicaron prontamente a Valia lo ocurrido con ellos en Múnich y despejaron totalmente las dudas que le habían asaltado al ver a Estelgidio y a Edgar caminando hacia la universidad.

En la capital de Baviera, Múnich, trabajé, por dos meses; de lunes a viernes, durante el día en una fábrica de motores eléctricos  y en las tardes del viernes y fines de semana en un restaurante lavando platos. Mi guía y anfitrión en la capital de Baviera fue el entonces estudiante el panameño (de Colón) Antonio Ternes de Reuter. Gracias a Tony  supe entre otras cosas que la palabra alemana spiegel significa espejo. A propósito Der spiegel es uno de los periódicos más prestigiosos del mundo. 

En la fábrica de motores eléctricos,   era el asistente del conductor de un camión, un  corpulento alemán que según logré entenderle por señas y con la ayuda de un latinoamericano que hizo de traductor, estuvo en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial o Gran Guerra Patria como se denominaba ese conflicto en la URSS y se denomina actualmente en la Federación de Rusia y en algunos de los exintegrantes de la URSS.

Parece ser que mi jefe participó de la batalla de Moscú, librada entre octubre de 1941 y enero de 1942 y cuando mencionaba algo acerca de este asunto destacaba, especialmente, el tema del frio. Así me lo hacía saber ajuntándose el jacket,  subiendo el cuello de éste  y haciendo gestos con el cuerpo y ruidos con la boca como si estuviese titiritando.

Enterado que yo era estudiante de medicina en Moscú mi jefe alemán Herr (señor) Helmut Kohl, me trató siempre con mucho respeto y deferencia.

Con el transcurrir de los lustros me enteré que mi jefe en Múnich era homónimo de Helmut Joseph Michael Kohl quien fuera canciller de Alemania entre el 1 de octubre de 1982 y el 27 de octubre de 1998

Mi trabajo, con el citado alemán, consistía en subir al camión, con la ayuda de otros jóvenes obreros  latinoamericanos y luego bajar de éste, yo solo, los motores eléctricos producidos en la fábrica. Al llegar a nuestro destino y colocado el camión en la posición requerida  el conductor me daba una instrucción breve empleando la expresión que a mí me sonaba como “Ales Jerunta” y cuyo significado era “todo abajo”.  Con el tiempo  corroboré que en efecto “Ales Jerunta” significaba todo abajo pues así me lo indicó mi amigo el germanólogo Dr. Rafael Grajales quien me señaló,  además, que la citada frase se escribe alles herunter.

Mi jefe, en el departamento de lavado de platos en el restaurante  muniquense, era un yugoeslavo que me apremiaba en mi labor con una palabra rusa que le encantaba utilizar  y que era быстрo (bistro =  rápido) refiriéndose al ritmo en que yo debía lavar los platos.

Los sábados en la noche, cuando el ama de la casa, donde Tony alquilaba una habitación,  salía de la ciudad, mi compatriota me ofrecía su hospitalidad, el resto de la semana dormía en un albergue del Ejército de Salvación por el equivalente a 10 centavos de dólar. Recuerdo el denigrante,  pero sin lugar a dudas higiénico y conveniente, ritual al que los usuarios del albergue éramos sometidos cada,  noche a nuestro ingreso a la institución, que consistía en que los clientes éramos revisados a ver si no teníamos Pediculus humanus capitis o Phthirus pubis, o dicho llanamente piojos o ladillas. Los afectados por estas “plagas” evidentemente eran rechazados.

En el albergue del Ejército de Salvación en cada uno de los enormes cuartos del dormitorio había una gran cantidad de camas camarotes. En la noche al acostarme conciliaba prontamente el sueño, debido al cansancio motivado por el trabajo que realizaba, en la fábrica de motores y en el restaurante; sin embargo en la madrugada, muy temprano, me despertaba por la salva de ruidos que emanaban de la humanidad, huésped de la filantrópica organización norteamericana conocida como El Ejército de Salvación, se trataba no de acordes musicales cortesía del melómano pueblo germano sino de  los ronquidos y sonoros gases emitidos por mis compañeros de cuarto. Como es de imaginarse este concierto me inducia al rápido abandono del dormitorio. Si este un tanto vulgar pero veraz segmento de mi relato incomoda a algunos de mis  lectores les ofrezco disculpas, pues no fue esa mi intención.

Como colofón de esta nota deseo proporcionarle algunos datos adicionales sobre mi anfitrión en Múnich Antonio Ternes de Reuter:

o   Antonio (Tony) Ternes de Reuter es bisnieto de Porfirio Meléndez, el apellido Ternes es francés y el apellido Reuter es alemán.

o   Tony es un verdadero poliglota, tras haber llegado a Europa en el año 1953 y haber residido en varios países del viejo continente habla:
§  Inglés
§  Francés
§  Alemán.

o   Tiene un dominio intermedio de los idiomas
§  Portugués
§  Italiano. 

o   Tony quien es un excelente conversador me contó que en más de una ocasión al presentarse tanto en Francia como  en Alemania,  con su nombre y ambos apellidos es decir: Antonio Ternes de Reuter, era tomado por un noble, miembro de una casa real europea, lo que presumo que le hacía muy popular entre las damas. Si bien es cierto mi amigo no es miembro de ninguna casa real europea si es un verdadero caballero, así me lo demostró en Múnich y ulteriormente en Panamá. Nuestra amistad que se prolonga durante casi 50 años. 

o   Finalmente deseo destacar que Ternes de Reuter, después de laborar 30 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores, al retirarse fue condecorado con la Orden Vasco Núñez de Balboa.

Próximamente les haré llegar la cuarta y última entrega de esta saga.

Atentamente.


Augusto Fábrega Donado

Maestro de enseñanza primaria y médico.
Panamá  1 – 8,  11 de julio  y 12 y 13 de noviembre, 1 y 2 de diciembre de 2012 
(1)              Pocrieño. Nacido en Pocrí de Aguadulce, Coclé.
PD  Este material contiene información que forma parte de un libro que estamos preparando.




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