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martes, 30 de julio de 2013

Conjugan en libro-objeto los talentos de Vicente Rojo y María Baranda

 
CONACULTA Comunicado No. 1150/2013
29 de julio de 2013


  • Bosque y fondo. Una conversación, fue presentado en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo

  • La obra fue editada por el Taller Gráfica Mexicana con la dirección de la artista visual Lorena Zozaya

Calificada como una obra de arte, Bosque y fondo. Una conversación es el primer libro de artista realizado por el Taller Gráfica Mexicana con la dirección de la artista visual Lorena Zozaya el cual presenta el trabajo del artista visual Vicente Rojo y la creación poética de María Baranda, que fue presentado la tarde del 28 de julio en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo.

Lorena Zozaya comentó que el proyecto surgió tras una necesidad de volver a trabajar con el artista visual Vicente Rojo y de hacer un proyecto más ambicioso en el sentido técnico y plástico.

“En los 16 años que tengo de incursión en el arte gráfico no me había topado con un proyecto tan rico. Quisimos hacer una serie de escrituras en sí mismas, tanto en los grafismos como en las geometrías que se evidencian y se ocultan a través de los cortes del papel”.

La directora artística del proyecto expuso que la presentación de la obra es enigmática, color gris. “Al abrir el libro se revela el color, un bosque de grafismos haciendo alusión a los poemas de María Baranda, un juego lúdico de papel e imagen en la cual la narración del libro no nada más son los poemas sino van siendo dos narrativas, la visual y los poemas de María”.

Explicó que los cortes de las figuras que presenta la obra se realizaron a mano, que los grafismos se hicieron en pantógrafo, y que para la impresión se utilizó una única placa de zinc.  “Este es un trabajo tradicional de disfrute moderno de lo que es la gráfica contemporánea”.

En la presentación del libro participaron además de Vicente Rojo y María Baranda, José Pinto Mezal, la escritora, traductora y académica Fabienne Bradu, el poeta y editor José María Espinasa, y Willy Kautz, curador en jefe del Museo Tamayo.

La obra que incluye cuatro collages hechos con los sobrantes de los cortes, para José Pinto Mazal va más allá de usarse en un coffe table book,  es una obra que puede ser disfrutada continuamente. “Tiene múltiples facetas y realmente muestra la creatividad, ingenio y la búsqueda de perfección al pasar de la idea al objeto. Más que un libro es una obra de arte, un arte-objeto, un juguete, un pasatiempo, una terapia ocupacional, una pieza de colección única para el disfrute permanente”.

Fabienne Bradu consideró que Bosque y fondo antes que una conversación entre las creaciones de María Baranda y Vicente Rojo, se antoja como dos monólogos unidos por una soledad compartida. “No me refiero a la soledad que implica la ausencia de una compañía sino a la soledad de la creación en dos artistas tan poco dados a la bulla mundana”.

“Ellos se acompañan como dos amigos que no necesitan articular palabra alguna para refrendar la amistad solidaria. Se trata de más bien de una conversación sigilosa, silente sin otro afán que sumar soledades y talentos”.

Explicó que la obra Bosque y fondo es el título del largo poema realizado por María Baranda en 12 movimientos en donde reconstruye los vacios de la existencia con una palabra parca, siembre al borde de un abismo que se vislumbra más allá del poema y que los grabados de Vicente Rojo antojan una saturación de escritura que no pertenece a ningún alfabeto conocido, sino que evoca una singular taquigrafía.

“Me he quedado largos ratos tratando de descifrar una palabra, una manera de semántica, y nada. Creía leer y no leía nada, pero nunca había sentido a Vicente Rojo tan parlanchín en su plástica”.

“No debo leer este libro de arte como una novela ni ficcionalizar su concepción e intenciones. Lo idóneo es limitarse a la visión del ojo sin aderezarla con imaginación narrativa. Soy poseedora de un lujo sobrio y elegante, sus dos autores reunidos en un solo espacio representan un raro privilegio en el horizonte de la creación contemporánea”, estimó Fabienne Bradu.

El poeta José María Espinasa confesó que antes de leer el libro objeto hubiera dicho que la poesía de María Baranda y la obra de Vicente no eran algo fácilmente compatible. “Ahora sé que habría sido un error pensar eso”.

Comentó que él siempre ha analizado las obras de estos dos creativos por separado y que ahora al estar juntos con la obra ésta se presenta simultáneamente. “La mirada de Vicente Rojo hace que los textos se oigan, convierte al libro en una caja de música visual. Abrimos el libro y escuchamos la música del poema  a través de los ojos”.

La narradora y también editora María Baranda dijo que el trabajo realizado fue un acompañamiento. “Un acompañamiento muy solidario, que él (Vicente Rojo) supo pintar con esa felicidad que tiene este amigo feliz, lleno de colores”.

Señaló que el libro habla a través de los silencios, “esos huecos en los que Vicente se fue metiendo y abriendo ventanas, como una especie de respiración en la página”.

Finalmente el artista visual Vicente Rojo expresó que todo lo que ha podido hacer lo ha hecho cuando ha estado muy acompañado y que el proyecto tuvo varios caminos, “afortunadamente muchos de ellos”.

Compartió que María Baranda escribió diseñando, y que la misteriosa tipografía esperaba que fuera ilegible. “Debo decir que cuando vi la palabra Bosques imaginé que podía hacer algo boscoso y quise deformar esa topografía”.

Sobre los collages que acompañan la obra aseguró que no le gusta desperdiciar el papel, el cual por sí solo es ya una obra de arte. “Quise los recortes aprovecharlos y hacer unos collages, me parece absurdo que se hubieran desperdiciado”, concluyó.

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