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jueves, 31 de enero de 2013

UNA LEY ANTIPATRIA.



La bandera es uno de los símbolos patrios que en todos los Estados – incluyendo Panamá- lo identifican. Y como quiera que el Estado es una figura jurídica abstracta, puedo deducir, con lógica, que el pabellón cubre todo lo que dentro del territorio delimitado del mismo y se extiende a sus posesiones de ultramar conforme a los parámetros del derecho internacional. A mi leal entender, nuestro pabellón cubre con su sombra, además, plantas, animales y bienes. Lo cubre todo.

Una de las fechas más emblemáticas de nuestra historia patria es el 9 de enero de 1964, cuando los estudiantes del glorioso Instituto Nacional de Panamá, identificados con nuestra Bandera, marcharon hacia la otrora “Zona del Canal” para exigir el debido respeto a la Bandera panameña. Durante esa gesta heroica el pueblo panameño se sumó a las justas aspiraciones de los institutores.

Gracias a Dios que en esa época no se levantaron los falsos profetas de la patria, aduciendo que se estaba mancillando nuestro emblema. Muy por el contrario, todo Panamá, dentro y fuera del territorio, se identificó con esa bendita Bandera que se elevó “orgullosa, altanera y  juvenil” como dice el poeta y avanzó majestuosa por esas calles zoneitas, portada por una pléyade de jóvenes soñadores, hasta llegar – en medio de abucheos, improperios, burlas, balas, destrucción y muerte, -  a la Escuela Superior de Balboa.

Sucede que dicha Bandera, tenía bordado en su centro el Escudo nacional. Los hoy antipatria, bajo el falso concepto de defender su uso adecuado, imagino que en ese entonces le hubieran echado la policía a los institutores por el “mal uso” de la Bandera. Hubieran dicho: - Bueno Señores, ustedes no pueden defender la soberanía de la Patria porque esa bandera viola la norma.

Roberto Durán ha manifestado su inconformidad con la polémica Ley.
Pero es que el respeto a nuestro Pabellón reside en el sentido de pertenencia y en el sentimiento de identidad nacional que debe reposar en la mente y en el corazón de cada panameño. A nadie le importó, otrora, si la Bandera portada por los institutores tenía o no bordado el Escudo y, por ende, violaba las normas convencionales.

Esa fue la Bandera con la que todo Panamá se identificó. Esa fue la Bandera que recorrió el mundo, mancillada, ultrajada y violada por los norteamericanos radicados en nuestra franja canalera. Esa fue la bandera que recibió el Presidente Chiari y que lo obligó a romper relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América. A los “zonians” tampoco les interesó si dicha Bandera violaba la Ley o no. Simplemente, la ultrajaron y la desgarraron. Ese hecho, de conocimiento público, enardeció a todo el pueblo panameño, a tal punto que fue el inicio de la consolidación de la toma de conciencia colectiva hacia la recuperación de nuestro canal por medio de la firma del Tratado Torrijos-Carter en 1977. Esa fue la Bandera que prácticamente  nos devolvió nuestra dignidad y soberanía total.

Hoy, si bien debemos respetar nuestro emblema tricolor, no debemos irnos a los extremos. La tal Ley, debió ser consultada previamente a efecto de consensuar opiniones. No dudo de que todos amemos nuestra querida Bandera. El asunto es de todos y al pueblo no se le debe privar de usarla adecuadamente.  Es más, no creo que ninguno de los que participaron en la elaboración de este sobresalto que prohijó tal entuerto antipatriótico, haya dado más lustre a Panamá, portando nuestra Bandera, que un Rubén Blades con sus maracas; un Osvaldo Ayala con su histórico acordeón, exaltando lo nuestro;  un Roberto Durán  noqueando a cuanto boxeador se le ponía por delante, inspirado por ella;   un Irving Saladino sudándola con el oro olímpico, una Eylee Coparropa, un Blas Pérez, goleando al mundo cobijado por nuestro tricolor y toda una gama boxeadores, artistas y panameños de a pie que la utilizan como “marea roja”, por mencionar algunos.

Campeón olímpico Irving Saladino.

Me siento orgulloso de cada panameño y panameña que la utiliza decentemente y con gran cariño en cada evento deportivo, cultural, social, académico, político y artístico ya que tal uso fortalece nuestro sentimiento de Patria.

Los dejo con el último verso de mi Poema: “Mi Bandera”

Bandera de la Patria, te amo y te venero,
Prometo defenderte con honra y dignidad,
Mi amor por ti es muy grande, pues eres la más bella
Hermosa y majestuosa, Bandera nacional.

Con la implementación de la Ley jamás volveremos a ver
escenas como esta de Rubén Blades.

(*) El autor es abogado, docente universitario y escritor.


 
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